Santiago Aparicio Jiménez

Presidente de CEOE Castilla y León

Estamos en un momento decisivo para nuestra economía, para nuestras empresas y para la sociedad de Castilla y León. La industria, ese motor estratégico que impulsa empleo, riqueza y cohesión territorial, y la sociedad civil en general, observan con honda preocupación algo que ya no es un aviso: es una realidad. Las redes eléctricas de distribución y transporte están saturadas, y la mayoría de las solicitudes de conexión son actualmente rechazadas. Este hecho compromete la transición energética, la vivienda, la movilidad, la industria y, en definitiva, el futuro de nuestra comunidad y del país.

En Castilla y León, donde estamos comprometidos con la competitividad, con la fijación de población y con la modernización de nuestro tejido empresarial, no podemos permitir que la infraestructura eléctrica sea el freno invisible de nuestras aspiraciones.

La saturación de la red no afecta solo al suministro. Afecta a la industria que quiere invertir, al nuevo desarrollo de vivienda que espera conectar, al transporte electrificado que empieza a multiplicarse, al almacenamiento que exige ser puntual para que la transición avance. Y ocurre que Castilla y León es la primera productora de energía renovable de España, y tenemos que estar preparados, no solo para exportar el recurso energético, sino también para aprovecharlo.  Sin una red robusta, preparada y con capacidad, todo ese mundo –la industria, la vivienda, la movilidad, la energía limpia– queda en espera.

Desde CEOE Castilla y León defendemos que la solución pasa por tres ejes fundamentales: inversión urgente, regulación coherente y estable, y diálogo institucional eficaz.

Primero, inversión urgente. Ante el anuncio del Ministerio de que habrá un incremento muy relevante de inversiones en redes eléctricas, y ante la inminente fijación de las reglas por la CNMC para los próximos seis años, estamos en una ventana de oportunidad clave. No podemos permitir que la propuesta de regulación limite el desarrollo de infraestructuras planificadas. Nos alarman, en particular, dos aspectos: la fijación de una inversión máxima para conectar a clientes que puede dejar fuera del sistema a quienes requieren conexiones “más costosas” entre quienes se encuentra el mundo rural y las zonas con menos población; y la reducción del coste de mantenimiento reconocido en torno al 37%, lo que amenaza el servicio y la calidad. Esta es una cuestión que va mucho más allá del mundo técnico: es competitividad, es empleo, es futuro.

Segundo, regulación coherente y estable. El modelo retributivo actual es, desde nuestra perspectiva, insuficiente para activar la inversión que la red necesita y que la industria exige. Debe garantizarse que toda petición de conexión sea atendida, que la planificación deje de ser un obstáculo, que los “cuellos de botella” se identifiquen y se eliminen. El regulador tiene que valorar el impacto económico real de su decisión, porque no estamos hablando de cifras en abstracto: hablamos de fábricas que no se instalan, de viviendas que no se construyen, de movilidad que no avanza.

Tercero, diálogo institucional eficaz. El tejido productivo de nuestra comunidad —pymes, industria mediana, grandes proyectos— está comprometido con la modernización, la digitalización, la transición energética. Pero necesita que la administración, los reguladores y las empresas rememos juntos. El diálogo no es opción: es condición. Y lo es con mayúscula en este tema de infraestructura eléctrica.

Y como presidente de CEOE Castilla y León, quiero lanzar un mensaje claro para las administraciones y las empresas: contad con nosotros. Las empresas estamos listas para liderar el cambio —lo decimos sin ambages— pero exigimos que el entorno lo facilite. Y en la comunidad tenemos todos los ingredientes: talento, recursos, tradición industrial, impulso rural. Además, lideramos la producción de energía. Pero si la red eléctrica no acompaña, así como la disponibilidad de capacidad para consumo de nuestras empresas, perderemos la partida antes de jugarla. Estamos en un momento de auge de empresas electrointensivas, y en esta oportunidad actual y real, Castilla y León puede y debe tener capacidad suficiente para que las mismas inviertan en nuestro territorio.

Para finalizar: si en la España de la nueva electrificación, la de la industria avanzada, de la vivienda moderna, de la movilidad limpia, de las zonas rurales revitalizadas, no somos capaces de tener una red que esté a la altura y una capacidad energética importante para la implantación de nuevos proyectos, estaremos condenados a ver cómo otros territorios si se benefician de ello. Porque sin crecimiento bien conectado no hay bien común sostenible.

Por eso, lo reitero: este es el momento de actuación, no de excusas. Este es el momento de conectar la industria, la vivienda, la movilidad, con una red eléctrica que no sea el eslabón débil, sino la palanca que empuja. En Castilla y León lo sabemos. Lideramos la generación renovable pero también queremos liderar el crecimiento industrial. Que no haya duda: sin conexión y sin capacidad, no hay futuro.